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Sonrisas falsas y puestas de sol verdaderas

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Texto publicado en la página web http://apatris.info/.

Jean Baudrillard, en su libro “La sociedad de consumo”, describe las relaciones sociales existentes en las sociedades contemporáneas de la abundancia de las mercancías como: “red de comunicación «personalizada» que invade la cotidianidad del consumo. Pues se trata claramente de consumo -consumo de relación humana, de solidaridad, de reciprocidad, de calidez y de participación sociales estandarizadas con la forma de servicios- consumo continuo de solicitud, de calidez y de sinceridad, pero por supuesto consumo sólo de los signos de esta solicitud (…) en un sistema en que la distancia social y la atrocidad de las relaciones sociales son la regla objetiva. En el mismo subcapítulo, “La pasión de la sonrisa”, hace aún más clara esta contradicción de las sociedades occidentales, capitalistas y democráticas: “La pérdida de la relación humana (espontánea, recíproca, simbólica) es el hecho fundamental de nuestras sociedades”.

Y sigue: “La camarera que da la bienvenida, la asistente social, el experto en relaciones públicas, la pin-up publicitaria, todos estos apóstoles funcionarios tienen la misión secular de la gratificación, de lubricar las relaciones sociales mediante la sonrisa institucional”. Esta sonrisa institucional hipócrita la vemos en todos los anuncios, ¿verdad? Y no sólo éste. Para vender y para aumentar (mediante un bonus) el sueldo de los vendedores, es necesario: “tener aptitud para las relaciones humanas”, “calidez en el trato”, “cualidades de contacto directo”, e.tc. En todas partes hay un despliegue de espontaneidad fingida, de discursos personificados, de afectividad y de relación personal orquestada”.

Sigue el sociólogo en el capítulo “Playtime, o la parodia de los servicios”: “Este inmenso sistema de solicitud se basa en una contradicción total. No sólo es incapaz de ocultar la ley de acero de nuestra sociedad mercantil, la verdad objetiva de las relaciones sociales, que es la competencia (…) sino que este sistema es en sí mismo un sistema de producción: producción de comunicación, de relación humana de servicios (…) Ya que está destinado a producir solicitud, está condenado a producir y reproducir simultáneamente distancia, no comunicación, opacidad y atrocidad”.

Avanzando esta investigación y siendo francés (europeo), menciona: “Hoy, los valores son democráticos, y de ello resulta una contradicción insoluble en el nivel de los «servicios», cuya práctica es inconciliable con la igualdad formal de las personas. La única salida: Un juego social generalizado (pues hoy cada individuo, no sólo en su vida privada sino también en su vida social y profesional, está destinado a dar o recibir servicio, cada uno es, en mayor o menor medida, el «terciario» del otro). Este juego social de la relación humana (…) es un gigantesco «modelo de simulación» de una reciprocidad ausente”. Planteando varios ejemplos, concluye: “Así el servilismo del peluquero de señoras, el importunismo deliberado, sin escrúpulos, del representante comercial, son toda formas violentas, forzadas, caricaturescas de la relación de servicio. Retórica del servilismo, donde, a pesar de todo, se transparenta una forma alienada de la relación personal”. Es alienada ya que algo se transparentan los verdaderos rasgos humanos, alienados por la producción (de relaciones humanas, de cosas, e.tc.): “La grosería, la insolencia, la distancia afectada, la lentitud calculada, la abierta agresividad, o inversamente, el respeto excesivo, son lo único en ellos que se resiste a la contradicción de tener que encarnar, como si fuera natural, una devoción sistemática y por la cual se les paga y punto”.

Hemos terminado con los fragmentos. Lo diremos con un lenguaje más simple: Estamos inundados de manifestaciones de reciprocidad fingidas. Sobre todo en los trabajos del sector terciario (servicios) esto es obvio. ¿Cómo? Si el camarero sonriente y amable nos ve acercándonos a su casa que está construyéndose, lo más probable es que nos mire sospechoso y no con amabilidad. Las relaciones sociales están tal estructuradas en los centros urbanos que lo más probable es que estén basadas (casi) por completo en la mentira. Decimos “casi” porque todavía hay humanos que queriendo construir una sociedad diferente, la de la solidaridad y la igualdad, basan sus relaciones interpersonales en la verdad, mirando a los otros directamente a los ojos. Humanos que te hablan claro, sin prometerte algo.

La gran ofensiva del Capital (y en general de la patronal) y de su Estado, nos ha pillado no tanto desprevenidos como solos. Esta soledad emana de la “sociabilidad” basada en la mentira. Sonrisas fingidas, reacciones fingidas, y mucho más. La mayoría de la gente actúa de esta manera, ya que “todos hacen lo mismo”. Y toda esta mentira se volvió contra todos cuando comenzó la gran ofensiva bajo el pretexto de la “deuda pública” y de la crisis (de los patrones). Por eso se enriquecen los psicólogos, los psiquiatras, las empresas farmacéuticas: Sacando partido de la desesperación de la gente. Por eso no tenemos una comunidad combativa que ataque por todos lados a los que quieran ser soberanos de nuestra vida, ya sea política o económicamente. La gente de la resistencia permanece lúcida sin necesitar de médicos expertos y medicamentos para “sentirse mejor”. Esta gente es solidaria en todas las facetas de su vida, por lo cual todos los que están a nuestro alrededor, los compañeros y las compañeras en la lucha, son nuestros “expertos” y nuestros “medicamentos”, son los debates directos y reales sobre nuestros problemas comunes (¿hay alguien que crea que sus problemas son distintos a los de los otros?).

A hablar pues sin miedo a nuestro prójimo sobre las cosas buenas y las cosas malas. A edificar por fin relaciones reales y no aparentemente sinceras. Sólo entonces podremos atacar eficazmente a los responsables de los problemas diseminados en nuestras relaciones sociales (estamos hablando de las relaciones sociales capitalistas del “todos contra todos” que nos han conducido a donde estamos). A mirar al prójimo a los ojos, y a luchar por nuevas relaciones sobre la base de nuestras necesidades reales y no de unas necesidades consumistas falsas. De todas formas, una puesta de sol es más bonita y verdadera (real) que el último i-phone que puede sacar una foto de ella…

El texto en griego.


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